Yo: - ¿Ah, si? que bueno…
Amigo: - Sí, pero no va a ser como el tuyo. Me gusta y todo tu blog, pero estuve viendo otros también y en todos opinan… Me embola eso. Parece que lo más fácil ahora es opinar de cualquier cosa. Hasta de qué color de campera se compraron ya te opinan...
Esta conversación la tuvimos mientras mirábamos el partido de Argentina Brasil (seguro después se va a venir algún comentario de esta persona porque ya es la segunda vez que lo uso para hacer un artículo). Lo cierto es que no está para nada equivocado mi amigo: A todos nos gusta opinar, de lo que sea, cualquier cosa nos viene bien con tal de poder tirar un bocado o hacernos notar simplemente.
Pero los taxistas son sólo un ejemplo; los opinólogos están en todas partes: en los medios de comunicación (con los ya conocidos “críticos”), puede estar en el bar, puede ser el kiosquero de la esquina, el portero de su edificio también, puede estar en su propia casa o usted se puede estar transformando en un opinólogo sin darse cuenta. Bueno este último, es mi caso en particular, ayer mientras mi amigo me decía eso de “no va a ser como el tuyo…”, me di cuenta que yo también me transforme en uno de esos opinólogos que odio.
Utilizo este espacio para poder hablar de temas de actualidad, osea opinar como lo hacen los taxista. Quizás con una prosa más prolija, pero opino igual que ellos. Aquí es donde vuelvo a los primeros párrafos de esta nota: Todos queremos opinar, aunque no tengamos ni idea de lo que estamos hablando y cuales son las cuestiones “de fondo” que hay en el tema. Necesitamos hablar: necesitamos hablar de lo mal que juega la selección; de cómo nos roba este gobierno o de como dicen que nos roba este gobierno cuando en realidad no nos están robando; de lo patética que es la llamada “oposición”, o si esta es la solución que tiene el país; de que si Tinelli vuelve con los “cómicos” y los chistes fáciles o si vuelve el baile del caño; necesitamos hablar del nuevo Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual o “Ley de Medios K”; necesitamos hablar de… de…
Perdón, no sabes el culo de la rubia que acaba de pasar por la ventana.